En abril de 2020, Hin Leong Trading, una de las mayores empresas de comercio de petróleo en Asia, colapsó tras descubrirse que su fundador ocultó pérdidas por US$800 millones durante años, falsificando documentos y mintiendo sobre inventarios.
¿Qué falló?
El sistema de reporte financiero estaba completamente manipulado. No había segregación de funciones ni validación externa efectiva de las operaciones. Además, el mismo fundador ejercía el control total sobre la información clave, sin contrapesos reales.
¿Se pudo evitar?
Es probable que sí. Un modelo sólido de gobierno corporativo, con líneas de responsabilidad independientes, auditoría interna activa y revisión documental cruzada, pudo haber identificado las incongruencias contables antes de que la empresa colapsara.
¿Qué nos deja este caso?
Cuando la supervisión se diluye y todo depende de una sola persona, el riesgo es sistémico. Las empresas necesitan estructuras que limiten el poder absoluto y permitan detectar señales de alerta, incluso si vienen de la cima.